En Obrador de Lamprea nos encantan los ríos y, como no podía ser de otra forma, por encima de todos el Miño. Nos hemos pasado una buena parte de nuestra vida alrededor suyo ya fuese por trabajo, por ocio o, simplemente, sentados viéndolo correr hacia el mar con nuestros pensamientos pegados a sus aguas. Quizás por eso, siempre nos ha gustado escuchar o saber de todas aquellas historias y leyendas que tienen por escenario sus aguas y hoy queremos hablaros de una de ellas: de las feiticeiras de Arbo.
Según la leyenda, en la zona del Miño que separa Arbo de Melgaço las aguas estaban habitadas por algo más que peces. Estos peculiares habitantes eran conocidos como feiticeiras y, según cuentan, eran muy hermosas. Capaces de encandilar a los mozos y llevarlos consigo a las profundidades.
Según dice la tradición, las feiticeiras se metían con las personas que cruzaban el Miño de una vera a la otra fuesen pescadores, barqueros o cualquier tipo de persona y condición y, por este motivo, "Quem atravessar o
río Minho en Melgaço há de levar na boca um seixinho para durante a
viagem nao poder falar se as feiticeiras se meteram con ele".
(Leite de Vasconcelos 1931,70, en Alonso Romero F 1996,75). Es decir, que si querías cruzar el río en Arbo a Melgaço era mejor llevar una piedra pequeña en la boca para
no poder hablar.
Al parecer, las feiticeiras también actuaban contra las
embarcacións y la pesca, seguramente de #lamprea en muchos casos. Para combatirlas en este caso, los pescadores le daban unos golpes con un palo a la red repetían "¡Ah desgraciada! ¡Toma! ¡Toma!". Si al volver a lanzar la red esta flotaba es que las feiticeira aún estaban en la red,
así que volvían a hacer lo mismo pero cambiando las palabras por ¡Sae de aquí, filla de
puta!. (Alonso, E. 1984, 353).
Fuente: Ríos Galegos
Fuente: Libro "A Flor da auga" de Xosé Miranda e Antonio Reigosa. Xerais
0 comentarios:
Publicar un comentario